miércoles, 6 de julio de 2016

Entre ron y estrellas 1

    Es bien sabido que en las cantinas de los puertos se escuchan historias, en ocasiones estas rozan la realidad, y es aún mejor sabido, que en la cantina del puerto de Calatayud se escuchan historias que avergonzarían al mismísimo John Silver, y cuando por allí asoma Mak el explorador, nadie pierde ni una coma de lo que cuenta.

    Así, un jueves por la tarde que no tenía nada mejor que hacer, me dirigí hacia la cantina, con la intención de tomar un par de vinos de tetra y prestar oídos a alguna disparatada historia.

    Mi sorpresa fue, al entrar en el garito de marras, encontrarme a Mak, rodeado de todos las parroquianos a punto de empezar una de sus extrañas historias, y he aquí lo que conto, tal cual.

    Andaba yo con mi recién estrenada nave, una Moby Dick 4.5, más allá de la nebulosa del caballo, cuando en mi radar aparece un sistema planetario, el 4528.79, y cuál es mi sorpresa cuando veo un planetilla, más azul que las cortinas de mi tía Cefe, disparo los sensores y ¡zas!, hay vida, rastreo y mira por donde, descubro ciudades tan grandes como Caceres - asentimiento general, y comentarios aludiendo el tamaño casi megafantástico de la ciudad extremeña - rastreo el resto del sistema y cada cosa que descubro me deja más anonadado aún, veo un planeta en forma de melón prtido por la mitad, pero no, no era eso lo más anodino, en su superficie plana de punta apunta hay una plataforma inclinada, varios miles de kilómetros de longitud y una burrada de altura, increíble.

    Un pequeño descanso, y Mak que mira penosamente su vaso vacío, y en seguida uno de los parroquianos más crédulos le alcanza otro vaso de ron verde de las Alpujarras. Sigamos dice, después de trasegar más de medio vaso de un solo trago.

    Pero escuchad. Dice bajando la voz. Lo más increíble fue descubrir... .Otro trago que dejó seco el vaso. Lo más increíble fue percatarme de que su sol era como una rosquilla.

    Comentarios de todo tipo y alguna que otra sonrisa.

    Así que, me dije, en este sistema hay muchos misterios, que yo tengo que conocer. Aterrice en un espacio puerto de la ciudad más grande que encontré. No hay que decir que las autoridades de ese planeta, que según ellos se llamaba Rocagrande, salieron a recibirme y agasajarme, pero yo iba a lo que iba, que es lo mío, descubrir todos los enigmas del espacio, y enseguida pedí reunirme con sus mejores científicos, a lo que accedieron sin demora. Arf, se me está quedando seca la garganta, que alguien traiga algo que me engrase el coleto.

    De nuevo el pardillo de turno se acercó con un nuevo vaso de color verdoso. Un buen trago y - esto esta mejor, um ¿por dónde iba?, ah si, los científicos.


    Enseguida quisieron saber de dónde venía, quién era y todo el rollo de todos los planetas habitados, pero yo corte por lo sano. Primero me vais a explicar lo del planeta melón, y lo del sol rosquilla.

    Así aun parecía que no les hacia mucha gracia soltar prenda, pero después de ponerme serio de verdad, ya sabéis como soy yo cuando me pongo serio.

   Los gestos disimulados no,lograron esconder las sonrisas en los rostros de los oyentes.

   Bueno, pues esto es lo que esos cabezas huecas me contaros. El planeta melón es todo hierro, puro y duro, así que lo cortaron en dos mitades, y con una de ellas fabricaron la plataforma inclinada. De otro planeta que rondaba por ahí, rondaba, porque lo usaron al completo, pues resulta que era todo él de caucho, lo convirtieron en una gigantesca goma elástica, que por las puntas sujetaron a la parte alta de la plataforma y después con cientos, vaya cientos no, miles de camiones la estiraron hasta la base, donde la sujetaron en tensión La leche,, dije yo, construisteis un tirachinas megagigante. ¿Y para qué narices queríais semejante armatoste?. Dijeron haber calculado que si lanzaban una nave con ese artilugio, y luego enchufaban los motores conseguirían superar la velocidad de la luz. Como cabras, si señor. No me quedaba otra que preguntar si había funcionado, a lo que me contestaron con euforia que había sido un éxito, a lo que mostré mi curiosidad por conocer a los pilotos que habían estado en tan descabellada misión. Por desgracia, dijeron, habían partido a tal velocidad que desaparecieron de sus radares en un visto y no visto, y aún estaban esperando su posible regreso.

    Lástima, dije yo, me hubiera gustado intercambiar impresiones con ellos, tras lo cual ya me despedía de ellos, cuando me acorde del oreo misterio, me di la vuelta y les pregunte, ¿cómo es que vuestro sol parece una rosquilla?, he visto muchos soles, de todos los tamaños y colores, pero no con esa forma. Bueno, me dijo uno de aquellos insignes científicos, la verdad es que no ha sido siempre así, lo que pasó es que cuando lanzamos la nave ultralumínica, bueno, nos falló un poco la puntería.

    Las carcajadas fueron ya incontenibles, pero Mak imperturbable, nos contestó. Sois unos ignorantes, si viajarais a lugares desconocidos del universo veriaís cosas realmente maravillosas a la vez que extrañas, pero para nosotros los exploradores no lo son, acostumbrados como estamos a tales maravillas.

   No me pude resistir, así que le pregunte a Mak, ¿y cómo cortaron ese planeta por la mitad?. Fácil, contestó, una sierra de mil pares y un par de naves para moverla, ingenioso, ¿eh?.

    Hay que reconocerle que viajar por el espacio puede deparar grandes sorpresas, o por lo menos, alimentar la imaginación hasta límites intergalácticos.



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