Soy navegante de segunda, debería de ser de primera, no
solo por haberme licenciado con el número uno de mi promoción en la academia de
Salou, la más prestigiosa del planeta, sino por la cantidad de viajes en los
que he participado. Pero los capitanes para los que trabajo, obligados por el
sindicato a contratar un navegante para los viajes interestelares, solo
contratan a navegantes de segunda, o mejor dicho contratan a los de primera
pagando el sueldo de segunda. Es lo de siempre, o lo coges tú, o hay mil detrás
tuyo esperando. Los antiguos contratos de un día, los han vuelto a aplicar,
actualizándolos y dicen que un día luz es un día. Así que trabajo por días,
días luz o lo que viene a ser lo mismo viajes de millones de kilómetros por
unas pocas pesetas.
Y como somos los únicos tan chalados y tozudos para hacer esos
viajes, las pesetas llueven por estos lares. Por cierto las pesetas, siguen
siendo rubias como en la época de ese tío que llamaban Paco, o de un tal Juan
no sé qué primero, pero ahora son del bonito color del oro.
Si,
pesetas, hace un par de siglos la Unión se fue a freír espárragos, y cada país
tiró por su lado, pero ahí no acabo todo, dentro de cada nación las diferentes
regiones, autonomías y como se llamaran en cada lugar, también se
independizaron y el que más pudo más se llevó por delante.
En mi tierra, en Aragón, tuvimos la suerte o
la desgracia, del nacimiento de Ramón Cabezón de la Sierra, nuestro más insigne
político. Aun se estudia en todas las universidades de este y otros planetas,
el cómo consiguió hacer de Aragón una superpotencia.
Aquí, ahora lo tenemos claro, el amigo Ramón, era un
político avispado, es decir, que se las sabia todas, las buenas y las malas. El
caso fue, que con artes poco éticas, podríamos decir que nada que otro político
no hubiera hecho con anterioridad, chantaje, extorsión, prevaricación…, se hizo con el rio Ebro, de punta a punta,
desde su nacimiento en Cantabria hasta su desembocadura en el Mediterráneo. Se
rieron de él, lo tomaron por loco y aquí se le tomo por un majadero que iba a
arruinar Aragón más de lo que ya estaba.
El caso es
que consiguió dinero de no se sabe muy bien donde, unos dicen que drogas, otros
que en unas tierras de Teruel encontró oro, y con todo ese capital, aparte de
hacerse propietario del rio, lo amurallo y contrato suficientes mercenarios
para que no se escapara ni una gota. Más tarde inundo media región con pantanos
y embalses, si le hubieran dejado, Zaragoza, incluida la basílica del Pilar
estarían ahora a remojo. Los catalanes del delta echaron humo, los ecologistas
lo querían fusilar y la mitad de los aragoneses lo hubieran despellejado vivo,
pero él siguió a lo suyo.
Años más
tarde paso lo que se estaba anunciando desde el siglo XX, y el cambio climático
nos trajo una sequía de aúpa, y mira por donde el agua empezó a valer ya no su
peso en oro, sino en poder, en muchísimo poder.
Así es como
los catalanes a cambio de unas botellas de agua, por cierto almacenadas hacia
unos cuantos años, nos dieron media provincia de Tarragona, el valle de Aran y
si el tío Ramón se hubiera empeñado hasta la estatua de un tal Messi, que allí
y entonces era casi un dios.
Los valencianos nos
ofrecieron Benidorm, pero Ramón les dijo que con Salou ya teníamos lo que por
derecho pertenecía a las familias aragonesas de antaño, y que tanto mar y tanta
playa sería perjudicial para nosotros.
De alguna
manera, sin que nadie se enterara, había hecho construir un canal subterráneo
desde Aragón hasta Extremadura, que cuando abrió el grifo, nadie dudo en apoyar
a la unión de las dos regiones. Para explicar esa extraña decisión, basta con
decir que la Marcela, esposa del Ramón, era cacereña. Así pues, hoy día, existe
una carretera elevada que une Aragón y Extremadura, aunque casi nadie la usa
ya, pues hace más de cien años que ya no se construyen vehículos con ruedas, a
no ser esas bicicletas que usan algún que otro excéntrico amante de la
antigüedad y unos lunáticos que dicen ser deportistas ecosostenibles. No me
preguntéis que es eso, pues ni los más prestigiosos psicólogos han conseguido
dar con una explicación razonable a
semejante majadería.
Con todo ese
dinero, poder y sus métodos bastante amorales, pero convincentes, el Ramón, no
solo consiguió hacerse el amo de media España, Portugal y todo lo que se le
puso por delante, sino que además consiguió hacer firmar hasta a los chinos,
coreanos del norte y del sur, y a la superpotencia americana de Honduras, un
contrato por el cual todos los viajes fuera de la Tierra debían de pagar una
suculenta comisión a nuestra querida nueva nación aragonesa.
Tan enorme es
esa comisión que les sale más barato contratarnos que hacerlo por su cuenta, y
eso que somos tan avaros y codiciosos que nuestras tarifas son gurtelianas, sea
lo que sea lo que ese palabro quiera decir,
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