martes, 6 de septiembre de 2016

Navegante 1

  Soy navegante de segunda, debería de ser de primera, no solo por haberme licenciado con el número uno de mi promoción en la academia de Salou, la más prestigiosa del planeta, sino por la cantidad de viajes en los que he participado. Pero los capitanes para los que trabajo, obligados por el sindicato a contratar un navegante para los viajes interestelares, solo contratan a navegantes de segunda, o mejor dicho contratan a los de primera pagando el sueldo de segunda. Es lo de siempre, o lo coges tú, o hay mil detrás tuyo esperando. Los antiguos contratos de un día, los han vuelto a aplicar, actualizándolos y dicen que un día luz es un día. Así que trabajo por días, días luz o lo que viene a ser lo mismo viajes de millones de kilómetros por unas pocas pesetas.

Y como somos los únicos tan chalados y tozudos para hacer esos viajes, las pesetas llueven por estos lares. Por cierto las pesetas, siguen siendo rubias como en la época de ese tío que llamaban Paco, o de un tal Juan no sé qué primero, pero ahora son del bonito color del oro.



                Si, pesetas, hace un par de siglos la Unión se fue a freír espárragos, y cada país tiró por su lado, pero ahí no acabo todo, dentro de cada nación las diferentes regiones, autonomías y como se llamaran en cada lugar, también se independizaron y el que más pudo más se llevó por delante.

               

                 En mi tierra, en Aragón, tuvimos la suerte o la desgracia, del nacimiento de Ramón Cabezón de la Sierra, nuestro más insigne político. Aun se estudia en todas las universidades de este y otros planetas, el cómo consiguió hacer de Aragón una superpotencia.

                Aquí, ahora  lo tenemos claro, el amigo Ramón, era un político avispado, es decir, que se las sabia todas, las buenas y las malas. El caso fue, que con artes poco éticas, podríamos decir que nada que otro político no hubiera hecho con anterioridad, chantaje, extorsión, prevaricación…,  se hizo con el rio Ebro, de punta a punta, desde su nacimiento en Cantabria hasta su desembocadura en el Mediterráneo. Se rieron de él, lo tomaron por loco y aquí se le tomo por un majadero que iba a arruinar Aragón más de lo que ya estaba.

                El caso es que consiguió dinero de no se sabe muy bien donde, unos dicen que drogas, otros que en unas tierras de Teruel encontró oro, y con todo ese capital, aparte de hacerse propietario del rio, lo amurallo y contrato suficientes mercenarios para que no se escapara ni una gota. Más tarde inundo media región con pantanos y embalses, si le hubieran dejado, Zaragoza, incluida la basílica del Pilar estarían ahora a remojo. Los catalanes del delta echaron humo, los ecologistas lo querían fusilar y la mitad de los aragoneses lo hubieran despellejado vivo, pero él siguió a lo suyo.

                Años más tarde paso lo que se estaba anunciando desde el siglo XX, y el cambio climático nos trajo una sequía de aúpa, y mira por donde el agua empezó a valer ya no su peso en oro, sino en poder, en muchísimo poder.

                Así es como los catalanes a cambio de unas botellas de agua, por cierto almacenadas hacia unos cuantos años, nos dieron media provincia de Tarragona, el valle de Aran y si el tío Ramón se hubiera empeñado hasta la estatua de un tal Messi, que allí y entonces era casi un dios.

 Los valencianos nos ofrecieron Benidorm, pero Ramón les dijo que con Salou ya teníamos lo que por derecho pertenecía a las familias aragonesas de antaño, y que tanto mar y tanta playa sería perjudicial para nosotros.


                De alguna manera, sin que nadie se enterara, había hecho construir un canal subterráneo desde Aragón hasta Extremadura, que cuando abrió el grifo, nadie dudo en apoyar a la unión de las dos regiones. Para explicar esa extraña decisión, basta con decir que la Marcela, esposa del Ramón, era cacereña. Así pues, hoy día, existe una carretera elevada que une Aragón y Extremadura, aunque casi nadie la usa ya, pues hace más de cien años que ya no se construyen vehículos con ruedas, a no ser esas bicicletas que usan algún que otro excéntrico amante de la antigüedad y unos lunáticos que dicen ser deportistas ecosostenibles. No me preguntéis que es eso, pues ni los más prestigiosos psicólogos han conseguido dar con una  explicación razonable a semejante majadería.
                Con todo ese dinero, poder y sus métodos bastante amorales, pero convincentes, el Ramón, no solo consiguió hacerse el amo de media España, Portugal y todo lo que se le puso por delante, sino que además consiguió hacer firmar hasta a los chinos, coreanos del norte y del sur, y a la superpotencia americana de Honduras, un contrato por el cual todos los viajes fuera de la Tierra debían de pagar una suculenta comisión a nuestra querida nueva nación aragonesa.

                Tan enorme es esa comisión que les sale más barato contratarnos que hacerlo por su cuenta, y eso que somos tan avaros y codiciosos que nuestras tarifas son gurtelianas, sea lo que sea lo que ese palabro quiera decir,

                

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